A lo largo de nuestra trayectoria como terapeutas hemos trabajado con numerosos pacientes LGTB (gays, lesbianas, transexuales y bisexuales). Estamos totalmente en desacuerdo con las llamadas “terapias reparativas” de la homosexualidad. Sólo entendemos la psicoterapia como un medio para reafirmar a este tipo de pacientes, conseguir que lleguen a aceptar su sexualidad y sentirse plenamente a gusto consigo mismos.
¿Presentan los mismos problemas los pacientes LGTB?
Si bien es cierto que llegan a consulta presentando los mismos problemas que el resto de pacientes (ansiedad, depresión, baja autoestima,…), hemos comprobado a través de la experiencia que, a menudo, el motivo de consulta conecta de alguna forma con la aceptación de la propia sexualidad.
Esto es comprensible si atendemos a la presión social y discriminación que sufren estas personas aun a día de hoy. Para nosotros es clave, sobre todo, como hayan manejado esta circunstancia las figuras de apego que haya podido tener el sujeto (padres y aquellas personas que han supuesto un referente en algún momento de la vida). Así que si bien podríamos decir que presentan los mismos problemas que el resto de la población, a menudo estos problemas están condicionados, al menos en parte, por la propia orientación sexual de la persona.
La empatía y actitud desprejuiciada por parte del terapeuta son claves con pacientes LGTB
También es clave desde el comienzo de la terapia que el paciente se sienta totalmente cómodo con vistas a que se genere un vínculo adecuado para trabajar. Aunque a los psicólogos se nos presupone que debemos ser siempre empáticos, estar familiarizados con este tipo de personas facilita a menudo que estas se sientan más a gusto y que puedan expresar libremente cualquier aspecto referente a su sexualidad. A veces se da la circunstancia de que el psicólogo o psicóloga también comparte la misma orientación sexual que su paciente y creemos que esto puede tener implicaciones muy ventajosas dentro del marco de la terapia.
Dentro de que cada persona es un mundo y no puede ni debe simplificarse la riqueza y complejidad que presenta el ser humano a través de estereotipos, a menudo el colectivo gay presenta valores particulares y concepciones distintas acerca del sexo, las relaciones, el ocio, la estética, el trabajo… Un terapeuta familiarizado con todas estas circunstancias está en disposición de entender y conectar mejor con sus pacientes, bien porque él mismo participa de esta sexualidad o de estos valores y concepciones particulares, o bien porque ha estado en contacto frecuentemente con personas de este colectivo.
En ocasiones, los pacientes se encuentran confusos o, estando aun lejos de aceptarse, les da pudor o vergüenza comunicar esta circunstancia al comienzo de la sesión. Ni que decir tiene que el terapeuta siempre ha de tener una actitud desprejuiciada y aceptante con respecto a todos sus pacientes. Que estos oculten o no comuniquen aspectos clave de su propia personalidad dificulta y entorpece enormemente la labor terapéutica. Por favor, siéntete libre siempre de expresarte en consulta y permítete ser tú mismo con tu terapeuta.